Por primera vez quiero compartir en público un sentimiento que tenemos muchas personas que vemos la posibilidad de solicitar una subvención, y nos da la impresión que cuesta más pedir la subvención que la ayuda que te van a dar.
Primero te has de enterar. Y mira que las entidades promotoras suelen tener una partida de su presupuesto destinado a difundir la convocatoria. Pero es que en la mayoría de las ocasiones, muchas personas que podrían estar interesadas no tienen ninguna relación con la entidad que las promueve.
Luego has de cumplir una serie de requisitos, en los que muchas veces los organizadores, por querer dejar claro el tipo de potencial solicitante, dejan al margen a otros que necesitan de esa ayuda.
Luego están los plazos, y actuar en el momento adecuado, si se te ha pasao na de na.
Por último, y si consigues la tan ansiada ayuda, queda la justificación, un trabajo de administración exhaustivo en el que tienes que intentar que todo cuadre.
Creo que en esta sociedad avanzada deberíamos estudiar la forma de dejar un plazo permanente de solicitud para todo aquello que esté bien.
Tratar de aunar esfuerzos en lugar de quererse poner medallas o culpar a la competencia, para que el objetivo de que la sociedad vaya mejor sea lo primero.
Que los requisitos estén claros, pero que puedan aparecer criterios diferentes para casos diferentes en base a la realidad de cada solicitud.
Hoy las tecnologías lo podrían permitir falta voluntad para querer cambiar este sistema de ayudas y subenciones y que realmente valga la pena.